Relatos de Ficción

20080620

Relatos de Ficción VII

Esta relato de ficción fue real, pero no deja de ser ficción. Fue sencillo. Fue un dulce sueño.

Siempre tuve como beso perfecto aquel que ocurrió en una fría mañana, con sus manos temblorosas sujetas por mis manos temblorosas. Varios labios muy reales me encargaron de, con sus particulares dulzuras, comprobar esta realidad, que hoy se derrumba con el mas imaginario y perfecto de los besos.

¿La protagonista? Mientras más pienso que es lo de menos, más creo que es la gran autora (imaginaria) de todo esto. Es que esos labios los conozco a la perfección de las cientas de veces que los he visto con la cortés atención de un buen oyente, y entre nos, de las muy ocasionales veces que los he llegado a anhelar. Pero para el concepto más global de este beso perfecto, quedará en un plano secundario.

El sueño fue simple: Estudiabamos algo, cuando la vi allí, concentrada y con una lozanía que contrastaba con su caracter inflanqueable. Pensé "Es ahora o nunca" y con una determinación admirable me lancé en busca de sus labios. ¡Oh dulce sensación! una suavidad adorable indicaba que mi atrevimiento valía la pena, pero no fue jamás comparable con la gratificante sensación que experimente cuando al intentar separarme, sentí como mi encantadora y besada compañera se resistía a abandonar la faena. Prolongar el infinito placer de sentirle plenó mi dormido corazón, hinchó el alma y permitio a mi mente recordar cada detalle, cada caricia que en medio del interminable beso compartimos con la afable tranquilidad de aquel que calma una sed de mil años.

Cesamos solo por el instante necesario para ver nuestras caras y con sendas miradas confirmar que el camino era el correcto, que debiamos continuar sin importar el desenlace, que era el momento y no el futuro o el pasado el que marcaba nuestro querer; cualquier historia carecia de importancia ante ese evento, y nuestros alientos cargados de deseo nublaron cualquier sentido del tiempo para dotar al reino de las sensaciones de un dominio pleno de nuestros cuerpos.

Retomamos nuestro beso como si se tratara de un par de amantes con años de historias, amores y encuentros. La pasión sin duda alguna se hacia presente pero de la manera más sutil, ataviada de blanco en vez de su usual rojo; un traje de gala para tan grandioso evento. Y el amor... ¿Se haría presente? Quizás era tácito o nunca rondo esos lugares. Quizas nunca lo percibí por ser solo un sueño, o por que mi corazón estaba más ocupado en no estallar de la felicidad. Porque felicidad si hubo, en todas y cada una de las sensaciones, aupando a mi mente a recordar, ordenado a mi alma a iluminarse.

Cada movimiento, cada acción era sagazmente planeada, a pesar de lo improvisado que resultaba todo esto. Ella correspondía a cada lance como si fueramos dos bailarines. Alguna veces ella dirigía el baile, otras yo retomaba el control y así disfrutamos de ese juego. Lo que siguió poco lo recuerdo, ella partió a buscar a alguien para decirle lo que habia sucedido mientras yo quedaba sentado pensando en lo que había sucedido y en lo que vendría cuando ella regresara.

Justo en esa espera sucedio lo inevitable: desperté. Odie todo cuanto me rodeabla en ese momento, hasta tomar conciencia que una nueva jornada esperaba por mi y de que un nuevo referente quedaría marcado para ser algún dia vivido.