Relatos de Ficción

20070703

Relatos de ficción III

Si bien la invitación lucía tentadora, a primera instancia fue rechazada. Lo que empezó siendo un temor terminó convirtiéndose en el palpitar que el verde de sus ojos causaba con orgullo. La lluvia de aquella tarde casi noche hizo del abrigo negro que ella portaba el peor enemigo de un hombre nostálgico, ocultando la figura que tiempos atrás causó estragos que él estaba dispuesto a repetir. Pero a la vez le permitió retomar la vieja costumbre de perderse en la lozanía de su rostro, ese que el tiempo trató de cubrir con mucho esfuerzo y poco éxito. El resto de las personas que le acompañaban era una buena compañia, pero cuanto antes se disipara, mejor.

Poco a poco la noche fue cubriendo la ciudad cuyo panorama servía de tapiz para la reunión. Algo de música, un tanto de cuentos, todos acompañados de la intriga que suponía el recuerdo de un encuentro lejano que marcó dos épocas, dos etapas y dos personas diferentes a estas que se miraban interrogantes. Las voces, las caras, los temas y demás anécdotas, todo aquello perteneciente a tiempos dorados inundaron el ambiente, brindaron comodidad y devolvieron empatías que se creían perdidas. Si todo aquello alguna vez fue lógico hoy caminaba a tientas, aunque por el sendero correcto. Solo entonces ambos entendieron lo cíclico de su historia, ese constante ir y venir que cada vez resultaba más rutinario, pero que hacía de este turno el último.

Así fue avanzando la velada hasta que la madrugada entregó sus sombras disimuladas y finalmente quedaron solo dos almas en el salón. A un lado yacían las ansias de pasar el capítulo, aún cuando ya era irremediable. Cedieron sus costumbres, sus memorias y las sensaciones mutuas ante una realidad que les fue consumiendo. Pero a pesar de la melancolía, se reservaron la autoría de un final feliz.

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